sábado, 11 de mayo de 2013

El Futuro

Escrito Por: Pedro Ojeda Visbal

Una de esas tardes tan hermosas y comunes en el valle del Sinú, noté como el Sol era llevado al horizonte por una fuerza invisible y lo impulsaba a desaparecer. Ver aquel espectáculo de la naturaleza trajo a mi mente pensamientos que hoy quiero compartir.
Por alguna razón que desconozco, las sinapsis de mis neuronas trajeron a mi memoria la idea de progreso. Y la relacioné de inmediato con ese Sol enorme, cercano al horizonte. Casi al alcance de mi mano. Solamente tendría que pararme en el horizonte para recibirlo con los brazos abiertos. Y la gravedad haría el resto.
Igual pasa con el progreso, uno debe pararse en el horizonte y tener paciencia mientras prepara los brazos para recibirlo.
Pues no. No es así como pasa.

El progreso no es un eje con gravedad al que por simple inercia o atracción se llega si se tiene la paciencia necesaria.

No. Por el contrario, el progreso parece más una gacela que se aleja asustada si uno no la alcanza pronto.
Cuando inicié mi carrera como constructor, el paisaje de Montería parecía el de un pueblo intermedio de cualquier departamento pobre. Calles sin pavimento, la mayoría de las casas tenían techo de palma y zinc. Los lugares de reunión eran sitios donde se expendía licor únicamente, y habría tal vez dos o tres restaurantes de buen talante. Las pocas tiendas "de ropa", eran más almacenes de tela y tenían el mismo aspecto de hacía dos siglos, incrustados alrededor del mercado. La terminal de transporte, no era tal. Unas pocas empresas de transporte se habían agolpado cerca al mercado de la avenida primera y era un problema. De noche las calles tenían un alumbrado público deficiente, eran oscuras y peligrosas.
Alguien tenía que hacer algo o esta población se dormiría en el sueño del olvido y el siglo XXI llegaría para verla aún sumida en los albores del siglo XIX.
Entonces decidí que yo pondría algo más que un solo grano de arena. Y literalmente puse varios.

http://pedroojedavisbal.co/el-futuro-pedro-ojeda-visbal/



viernes, 10 de mayo de 2013

Entre Bits y el Sinú

Por: Pedro Ojeda Visbal

Casi imperceptiblemente como el aire que inhalamos día a día, el contundente paso de la tecnología nos envolvió a tal punto que no hubo forma de escapar de ella, casi se podría decir que nos dejamos atrapar por ella.  La realidad es que nuestra cotidianidad está envuelta en muchísimas situaciones dependientes de los avatares tecnológicos, tal es así que ver televisión, hablar por nuestro teléfono móvil, sacar dinero del banco, elaborar una carta, etc. dependen de dichos elementos, puesto que estar informados tal como hoy lo vemos es un deber que se debe a la tecnología misma.

Cabe precisar cuanta maravilla encierran los bits, que este misma reflexión no pudiese ser ilustrada sin ellos mismos.