Por: Pedro Ojeda Visbal
Casi imperceptiblemente como el aire que inhalamos día a día, el contundente paso de la tecnología nos envolvió a tal punto que no hubo forma de escapar de ella, casi se podría decir que nos dejamos atrapar por ella. La realidad es que nuestra cotidianidad está envuelta en muchísimas situaciones dependientes de los avatares tecnológicos, tal es así que ver televisión, hablar por nuestro teléfono móvil, sacar dinero del banco, elaborar una carta, etc. dependen de dichos elementos, puesto que estar informados tal como hoy lo vemos es un deber que se debe a la tecnología misma.
Casi imperceptiblemente como el aire que inhalamos día a día, el contundente paso de la tecnología nos envolvió a tal punto que no hubo forma de escapar de ella, casi se podría decir que nos dejamos atrapar por ella. La realidad es que nuestra cotidianidad está envuelta en muchísimas situaciones dependientes de los avatares tecnológicos, tal es así que ver televisión, hablar por nuestro teléfono móvil, sacar dinero del banco, elaborar una carta, etc. dependen de dichos elementos, puesto que estar informados tal como hoy lo vemos es un deber que se debe a la tecnología misma.
Cabe precisar cuanta maravilla encierran los bits, que este misma reflexión no pudiese ser ilustrada sin ellos mismos.
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